La complacencia es la necesidad interna de satisfacer los deseos de otras personas por encima de nuestras propias necesidades o deseos. Muchas veces, esta necesidad se cuela en nuestras relaciones personales y profesionales, “obligándonos” a hacer cosas o a ceder en cosas con las que luego no estamos tranquilas o sentimos que no hemos elegido, dejando a un lado nuestro autocuidado.
¿Por qué ocurre la complacencia?
La complacencia ocurre por el miedo al posible rechazo o abandono de la otra persona a la que complazco, o bien por la sensación de culpa que se generaría si dejamos de priorizar al otro. Muchas veces, la complacencia se asocia a la «bondad» de la persona, de forma que si no somos complacientes, estamos siendo egoístas.
Probablemente esta parte de nosotros complaciente puede pensar que “se van a enfadar conmigo y se va a apartar de mí”, “si empiezo a pensar en mí y dejo de cuidarle, se marchará de mi lado”, “voy a hacer daño a otra persona y voy a ser mala”…
¿Para qué existe la complacencia?
Las personas complacientes suelen ser personas agradables y de trato amable. Sin embargo, muchas veces sufren porque silencian deseos, necesidades u otras partes de ellas mismas para agradar a la persona que tienen delante.
Si tienes una parte complaciente probablemente te está ayudando a protegerte de algo que fue doloroso para ti y que no quiere que vuelvas a vivir. Muchas veces, si la única forma de que dejase de pasar eso que te estaba haciendo daño era complacer, la complacencia se ha instalado en tu vida como una de las mejores formas de protección desde entonces.
Esto también quiere decir que será una parte de ti que lleve contigo mucho tiempo, y que las estrategias que entonces utilizaste desde esa complacencia igual son algo rudimentarias o se asientan sobre una realidad o unas creencias desactualizadas de lo que es tu vida actual.
¿Cómo trabajar la complacencia y dejar de ser complacientes?
En la complacencia no todo es malo, es una característica nuestra que se asienta sobre valores de conexión y empatía con el otro, sin embargo, llevada al extremo nos impide: poner límites, priorizarnos en determinadas elecciones y cuidarnos de forma sana.
Es fundamental trabajar con un enfoque integrativo que entienda la historia de esta parte de nosotros y el por qué ha sido adaptativo para nosotros en el pasado ser complacientes. Enfoques como la terapia EMDR e IFS, combinados con otros enfoques más sistémicos, o basados en la compasión, ayudan a la persona a aceptar a esa parte de ella a la vez que se va dando permisos para cuidarse y priorizarse.
En Centro de Psicología Psintegra, tenemos la suerte de acompañar a personas con rasgos complacientes muy marcados a que empiecen a priorizarse y a darse permiso para elegir determinadas cosas que antes no podían por miedo a hacer daño, ser juzgadas como malas personas o egoístas o a ser rechazadas.
Si sientes que te suele pasar a menudo, que priorizas al otro por encima de ti, nosotras estaremos encantadas de ayudarte.