El conflicto interno: cómo resolverlo

Un conflicto interno a menudo representa una realidad para todos y cada un@ de nosotr@s ya que los sentimos con frecuencia en diferentes áreas de nuestras vidas. Seguro que todos nos sentimos identificados con preguntas como: «¿Será mejor esto o aquello?» o reflexiones como: «una parte de mí me dice que esto es lo mejor y la otra que lo otro, y no sé cuál tendrá razón«.

¿Qué es un conflicto interno?

Un conflicto interno es un estado psicológico de angustia que vivimos cuando una parte de nosotr@s tiene una necesidad, un objetivo o una sensación diferente de otra parte dentro de nuestro sistema o mundo interno.

Es decir, los conflictos internos se producen porque hay un desacuerdo entre partes. Sin embargo, no todos los conflictos internos generan el mismo nivel de angustia ni tampoco tienen la misma facilidad a la hora de resolverse.

Tipos de conflictos internos

Hay diferentes clasificaciones para los tipos de conflictos internos. Por un lado, los conflictos internos se pueden organizar según el grado o intensidad de desacuerdo que haya entre las dos partes de un@ mism@:

  • Conflicto interno leve: ocurre cuando noto dos partes de mí que piensan y sienten de forma distinta pero, sin embargo, tras un período de reflexión interna, consigo hacer que lleguen a un acuerdo entre ellas encontrando una forma de no tomar partido. Es decir, tras un tiempo relativamente breve se produce una negociación y razonamiento entre las dos partes e internamente se vive en armonía la decisión que se ha tomado. Por ejemplo: estoy pensando en cambiarme de trabajo porque una opción tiene mejores condiciones económicas pero la otra tiene a grandes amigos, y finalmente tomo una decisión valorando ambas opciones y estoy tranquila con ella.
  • Conflicto interno agudo o polarización: ocurre cuando las dos partes de mí que piensan y sienten de forma distinta, lo hacen de manera extrema o polarizada con respecto al conflicto. De esta forma, lo que genera habitualmente es una sensación muy grande de angustia y, sobre todo, nos lleva a fusionarnos con una de las partes y abandonar o no tener en cuenta a la otra. Esto hace que tomemos la decisión teniendo en cuenta solo una sensación y, que la otra parte empiece a expresar su malestar somatizándolo internamente en nuestro cuerpo. Es común observar este tipo de conflictos cuando hay traumas o heridas emocionales sin resolver debajo de ellos.

Además, aparte de este tipo de conflicto interno, existen otro tipo de clasificación en función del contenido de las partes que entran en conflicto:

  • Conflicto entre dos partes que quieren dirigir y controlar hacia dos lados diferentes, a menudo relacionadas con la aprobación y admiración social. Por ejemplo, una parte cuidadora que siente que tiene que cuidar a su familia y una parte responsable que siente que tiene que hacer horas extra en el trabajo.
  • Conflicto entre una parte más racional y otra parte más impulsiva. Por ejemplo, una parte de mí sabe que esto tendría sentido hacerlo así (por ejemplo, hacer ejercicio y llevar una vida sana), pero otra parte de mí más emocional o impulsiva siente que necesita fumar o beber.
  • Conflicto entre partes racionales y partes emocionales. Por ejemplo, una parte de mí sabe que esta situación que ha ocurrido no tendría que generarme tanta angustia, sin embargo, otra parte de mí no puede evitar sentirla.
  • Conflicto entre partes impulsivas y partes emocionales. Por ejemplo, una parte de mí necesita sentir la tristeza de un duelo que está transitando y otra parte de mí intenta distraerme enganchándome al móvil para no dejar que la tristeza aparezca.

Si notas un conflicto interno, ¿Cuándo pedir ayuda?

En primer lugar, saber identificar que la angustia procede de un conflicto interno nos da mucha perspectiva para poder mirar a las dos partes.

Una vez que veamos que esto es lo que internamente está ocurriendo, el siguiente paso para detectar la gravedad es dejarnos sentir y ver cómo de extremas o polarizadas están las partes dentro del conflicto. Cuanto más polarización o extremismo interno, mucha más somatización y gravedad para la persona, por lo que esto es un gran indicador para saber cuándo pedir ayuda.

Sobre todo, porque como comentábamos anteriormente, cuanto más polarización o conflicto interno, más partes están protegiendo heridas o traumas.

¿Cómo podemos ayudarte desde Centro Psintegra?

Los conflictos internos son una fuente de sufrimiento muy grande para la persona, especialmente si hay mucha polarización.

Por ello, sin duda la mejor forma de resolverlos es trabajando desde una perspectiva integradora con modelos como terapia EMDR y terapia de sistemas de familia interna (IFS) que están especializados en trabajar con partes y generar un ambiente interno tranquilo y con capacidad de negociación. Desde Centro Psintegra, estamos especializadas en ambos modelos por lo que habitualmente en nuestras sesiones con nuestros pacientes solemos trabajar con la persona para que pueda identificar dichos conflictos, ayudar a sanar a todas las partes y que aprendan a convivir internamente resolviendo los conflictos diarios.

Por lo que si sientes que hay un conflicto interno recurrente en tu vida o que con frecuencia notas muchas sensaciones contradictorias, nosotras estaremos encantadas de atenderte.